Evangelio del Día Miercoles - Mc 6, 45-52 – 9 de Enero
Evangelio del Día Miercoles 9 de Enero 2019
Reflexion Padre Luis Zazano
Lectura del Día
De la Primera Carta de Juan
1 Jn 4, 11-18
Queridos hijos: Si Dios nos ha amado tanto, también
nosotros debemos amarnos los unos a los otros. A Dios nadie lo ha visto nunca;
pero si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros y su amor
en nosotros es perfecto.
En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros:
en que nos ha dado su Espíritu. Nosotros hemos visto, y de ello damos
testimonio, que el Padre envió a su Hijo como Salvador del mundo. Quien
confiesa que Jesús es Hijo de Dios, permanece en Dios y Dios en él.
Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y
hemos creído en ese amor. Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece
en Dios y Dios en él. En esto llega a la perfección el amor que Dios nos tiene:
en que esperamos con tranquilidad el día del juicio, porque nosotros vivimos en
este mundo en la misma forma que Jesucristo vivió.
En el amor no hay temor. Al contrario, el amor perfecto
excluye el temor, porque el que teme, mira al castigo, y el que teme no ha
alcanzado la perfección del amor.
Salmo
Sal 71,1-2.10-11.12-13
R/. Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la
tierra
Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R/.
Que los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributo.
Que los reyes de Saba y de Arabia le ofrezcan sus dones;
que se postren ante él todos los reyes,
y que todos los pueblos le sirvan. R/.
Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. R/.
Evangelio del Día
Evangelio según Marcos
Mc 6, 45-52
En aquel tiempo, después de la multiplicación de los
panes, Jesús premió a sus discípulos a que subieran a la barca y se dirigieran
a Betsaida, mientras él despedía a la gente. Después de despedirlos, se retiró
al monte a orar.
Entrada la noche, la barca estaba en medio del lago y
Jesús, solo, en tierra. Viendo los trabajos con que avanzaban, pues el viento
les era contrario, se dirigió a ellos caminando sobre el agua, poco antes del
amanecer, y parecía que iba a pasar de largo.
Al verlo andar sobre el agua, ellos creyeron que era un
fantasma y se pusieron a gritar, porque todos lo habían visto y estaban
espantados. Pero él les habló enseguida y les dijo: "¡Ánimo! Soy yo; no
teman". Subió a la barca con ellos y se calmó el viento. Todos estaban
llenos de espanto y es que no habían entendido el episodio de los panes, pues
tenían la mente embotada.
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