Evangelio del día Domingo 11 de Febrero 2024 - Marcos 1, 40-45

Evangelio del día Domingo 11 de Febrero 

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Levítico 13, 1-2. 44-46

El Señor dijo a Moisés y a Aarón:

«Cuando alguno tenga una inflamación, una erupción o una mancha en la piel, y se le produzca una llaga como de lepra, será llevado ante el sacerdote Aarón, o ante uno de sus hijos sacerdotes.

Se trata de un leproso: es impuro. El sacerdote lo declarará impuro de lepra en la cabeza.

El enfermo de lepra andará con la ropa rasgada y la cabellera desgreñada, con la barba tapada y gritando: “¡Impuro, impuro!”. Mientras le dure la afección, seguirá siendo impuro. Es impuro y vivirá solo y tendrá su morada fuera del campamento».



SALMO

Sal 31, 1-2. 5. 11
 R. Tú eres mi refugio, me rodeas de cantos de liberación.

Dichoso el que está absuelto de su culpa,

a quien le han sepultado su pecado;

dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito

y en cuyo espíritu no hay engaño. R/.


Había pecado, lo reconocí,

no te encubrí mi delito;

propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»,

y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R/.


Alegraos, justos, y gozad con el Señor;

aclamadlo, los de corazón sincero. R/.



SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 10, 31 - 11, 1

Hermanos:

Ya comáis, ya bebáis o hagáis lo que hagáis, hacedlo todo para gloria de Dios.

No deis motivo de escándalo ni a judíos, ni a griegos, ni a la Iglesia de Dios; como yo, que procuro contentar en todo a todos, no buscando mi propia ventaja, sino la de la mayoría, para que se salven.

Sed imitadores míos como yo lo soy de Cristo.



EVANGELIO DEL DIA

Evangelio según San Marcos 1, 40-45

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas:

«Si quieres, puedes limpiarme».

Compadecido, extendió la mano y lo tocó diciendo:

«Quiero: queda limpio».

La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio. Él lo despidió, encargándole severamente:

«No se lo digas a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio».

Pero cuando se fue, empezó a pregonar bien alto y a divulgar el hecho, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en lugares solitarios; y aun así acudían a él de todas partes.

    Palabra del Señor


 Reflexión Papa Francisco

Ese leproso no se resigna ni ante la enfermedad ni ante las disposiciones que hacen de él un excluido. Para llegar a Jesús, no teme quebrantar la ley y entra en la ciudad —algo que no debía hacer, le estaba prohibido—, y al encontrarlo «se echó rostro en tierra, y le rogó diciendo: “Señor, si quieres, puedes limpiarme”» (v. 12). Todo aquello que hace y dice este hombre considerado impuro es la expresión de su fe. Reconoce el poder de Jesús: está seguro de que tiene el poder de curarlo y que todo depende de su voluntad. Esta fe es la fuerza que le permitió romper con las normas y buscar el encuentro con Jesús; y, postrándose ante Él, lo llama «Señor». La súplica del leproso muestra que cuando nos presentamos a Jesús no es necesario hacer largos discursos. Son suficiente pocas palabras, siempre que vayan acompañadas por la plena confianza en su omnipotencia y en su bondad. Confiar en la voluntad de Dios significa, en efecto, situarnos ante su infinita misericordia.  (Audiencia general, 22 de junio de 2016)

 

 Reflexión Fray Nelson Medina

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